sábado, 14 de abril de 2012

¡ABRE LOS OJOS!: Violencia sutil, imperceptiblemente destructiva

Él la quiere tanto, que no la puede dejar sola, la necesita a su lado, todo el tiempo con él y junto a él”. ¿Cómo podemos no distinguir entre gestos de amor y posesividad?, ¿cómo podemos justificar el control que paraliza y anula?, ¿cómo pueden la amenaza, la burla y la humillación aparentar ser parte de los vínculos amorosos de una pareja?

 “Lo más peligroso del proceso de violencia es su invisibilidad. Es tal la aceptación cultural de la superioridad masculina a nivel social, que no logramos identificar las señales que muestran al maltratador desde etapas iniciales de una relación”, dice Clotilde Proveyer, doctora en Ciencias Sociales. 

La violencia sutil o encubierta  es imperceptible a la vista, sin embargo, puede causar más daño y dejar huellas más profundas y dificiles de superar; las marcas de la violencia física cicatrizan pero ¿qué hacemos con las heridas del alma?

Muchas mujeres maltratadas saben que los golpes recibidos les han hecho menos daño que los desprecios e insultos continuos. Varias de ellas han confesado que después de haber acabado con el maltratador, les cuesta superar el maltrato psicológico y emocional que padecieron (la mayoría durante años); el dolor emocional que aún padecen, lo reflejan a través de  miedo, angustia, tristeza y en una autoestima casi inexistente. 

Pocas veces se repara a tiempo en los signos y señales que nos advierten sobre los riesgos que corremos en una relación; son casi invisibles, y  simplemente,  nos acostumbramos a convivir con ellos.  A pesar de que muchas veces nos pueden indicar que una relación de pareja no va por buen camino o puede transitar por cíclicos y reiterados malestares, e incluso terminar en fatales episodios violentos. 

Las situaciones pueden ser diversas, según el contexto de que se trate, pero lamentablemente se reacciona ante ellas, muchas veces, demasiado tarde. Es cuando sobreviene esa frase inocente, que intenta explicar (o justificar) las razones  de ciertas actitudes despiadadas de la pareja: “Él ha cambiado mucho, antes no era así, parece que me han cambiado a mi esposo. Es otra persona”. Pero luego se repasa el pasado y se encuentran las huellas de pequeñas acciones y reacciones que nunca se percibieron como tales, pero que ya denotaban mecanismos de control y dominio en la vida de pareja: desde pequeños disgustos o alguna mala cara si ella se retrasaba hablando con sus amigas, hasta la costumbre de rectificarle siempre todos sus errores, por mínimos que parecieran; e incluso las críticas permanentes porque hacía algo mal o de un modo que a su pareja le disgustaba. 

Las agresiones psicológicas y emocionales más frecuentes son los insultos "disfrazados", las descalificaciones, los desprecios, las amenazas directas y las indirectas, el acoso moral, el psicológico y el físico, el forzarle a mantener relaciones sexuales con presiones psicológicas, hasta impedirle trabajar o relacionarse con su familia y con sus amistades. Con frecuencia, los agresores cometen actos o actitudes que afectan nuestra integridad emocional y/o física sin darnos cuenta, porque aparentemente no están enojados o porque creemos que su conducta es la "normal" y adecuada. Por eso es importante conocer las diferentes formas de agredir y sus motivos, para poner límites. 

VIOLENCIA ENCUBIERTA EN NOMBRE DEL "AMOR"

Bajo el manto del amor romántico, posesivo e incondicional, se van instalando varias señales, como prácticas naturales en la vida cotidiana de las parejas.

En la violencia encubierta se refleja el gran peso que tienen las prácticas  herederas  de los preceptos de la cultura patriarcal y los roles tradicionales de género (estereotipos), marcados por la dominación masculina y la subordinación femenina.  Tan arraigados se mantienen los aprendizajes tradicionales en hombres y mujeres, que la violencia termina por legitimarse y aceptarse como normal, “se naturaliza”, y culmina siendo aceptada cultural y socialmente, a veces bajo el disfraz de actos que llegan a creerse, incluso, que se cometen en nombre del amor. 

 No debemos olvidar el peso que tienen también los mitos y prejuicios que se han construido en torno a la violencia contra las mujeres, donde emergen descalificaciones, frases hirientes, mecanismos de control y hasta gestos ofensivos que terminan por aceptarse, bajo el manto del desconocimiento y de pautas de comportamiento aprendidas. 

 Los tipos de violencia sutiles no son menos dañinos que los físicos y están latentes en todo momento en las relaciones de pareja.

TODAS las formas de control son violencia: sugerir la forma de vestirnos, de maquillarnos, de comer, indicarnos la hora de llegar, de salir, preguntar insistentemente con quien vamos, qué hicimos, las constantes llamadas, las violaciones a nuestra intimidad al revisar nuestros celulares, libretas, correos, cuando nos controlan la vida sin que nos pidan nuestra opinión, sólo porque nuestra pareja piensa que no actuamos como él quisiera que lo hiciéramos,  etc. 

1. Los celos NO son una demostración de amor, más bien son señales de inseguridad y una forma de controlar en nombre del "amor". Es el recurso más utilizado por cualquier hombre agresor, para satisfacer sus caprichos, deseos y anular la dignidad de la víctima. 

2. Otra manera de manifestar la violencia encubierta es cuando se realizan comentarios denigrantes, en burla o despreciativos de nuestros atributos. Así, una profesional con éxitos en su vida científica se queja de la recriminación de su esposo: “Lo único que haces últimamente es estudiar y escribir”, a pesar del esfuerzo que ella diariamente realiza para ser capaz de complementar su actividad científica con la atención a la familia. O bien, cuando el  hombre "sugiere" a su novia (o esposa) que se ponga a dieta porque "Te veo un poco pasada" o "Así no te quedaba antes ese vestido, ¿subiste de peso?

3. El silencio es una forma de violencia en las relaciones de pareja, pues privan a las mujeres de la tan necesaria comunicación. El cónyuge que propicia el silencio, mantiene el trato con los otros miembros de su familia pero ignora y se vuelve indiferente hacia su mujer, causándole una mala sensación de abandono e impotencia. 

4. Otra forma de violencia es cuando se trata de subordinar los intereses de la familia a los de uno de sus miembros, cuando ni siquiera son los importantes en ese momento. Así por ejemplo, de pronto el marido quiere quedarse en casa cuando ya tenía planes anteriores con los hijos y la esposa para salir. Generalmente todos  deben someterse  a la voluntad del “hombre”. O bien, que el esposo haga esperar a su pareja para ir al trabajo, provocando que ella habitualmente llegue retrasada por su culpa.

5. También es conducta violenta la manipulación del sexo, es decir, utilizar las relaciones sexuales como un arma contra la pareja. Es el caso cuando, por cualquier motivo, el marido se molesta y deja de tener relaciones sexuales con ella durante varios días, y a veces, durante meses.
6. Prolongar innecesariamente los disgustos, es otra forma de violencia, se dilata el malestar para tener ventajas en la relación. Ésta debe ser complementaria, no competitiva, y cuando esto ocurre en la pareja es una forma muy destructiva. 

7. Otra manifestación de violencia es cuando no se comparten las tareas de la familia y se recargan en uno de sus integrantes (normalmente en la mujer), o cuando las tareas no son repartidas de forma lógica, para que cada cual pueda hacer una utilización más racional de su tiempo. En definitiva, la conducta violenta tiene muchas maneras de manifestarse.

8. Otras formas de violencia tienen que ver con lo económico. En estos casos, el hombre mantiene el control del dinero, supervisa en qué cosa se gastó por mínimo que sea, y la mujer tiene que pedir, a veces, hasta para compras muy pequeñas relacionadas con el hogar o los hijos. 

9. Culpabilizar a las mujeres ante fallas en la educación de los hijos, en la atención y cuidado del hogar y la familia, prohibir o interferir en un nuevo vínculo amoroso de ella (en el caso de ya estar separados), son formas de ejercer dominio y violencia psicológica, de someterlas, de hacerlas desistir de sus proyectos personales.

10. La intolerancia, entendiéndose como la explotación del trabajo de las mujeres, el intercambio desigual de cuidados y placeres, el retiro del afecto, la irritabilidad, la crítica, los ataques y culpas mediante quejas, reproches y descalificaciones; negarse a ponerse el condón, el chantaje emocional para conseguir sexo, los insultos, la delegación de responsabilidades porque tú lo haces mejor… 

11. Igualmente, se pueden incluir actos cotidianos o esporádicos como minimizar sus necesidades y opiniones e ignorarlas, genera en ellas sentimientos de minusvalía, desesperación y dependencia.

12. Intimidar, imponerles ideas, invadir sus espacios o abusar de la capacidad femenina de cuidado, con los cuales se generan además sentimientos de culpa que pueden agravar la dependencia afectiva de la mujer, su baja autoestima y sentimientos negativos que la hacen aún más dependiente.

Los ejemplos abundan en relatos de mujeres que han vivido esas situaciones y aún recuerdan las expresiones y actitudes controladoras de sus novios y esposos, en algunos casos con aparente intención de protegerlas; en otros, bajo el supuesto de un amor pasional:

"No quiero que salgas sola con tus amigas porque les puede pasar algo"
"Me gusta que solo salgas conmigo"
"Esa ropa que llevas llama mucho la atención, mejor te cambias"
"No quiero que vayas sola en el carro, porque todavía no manejes bien"
"No me gusta que te sacrifiques por gusto trabajando en la calle; yo te puedo mantener y no te va a faltar nada...”
“¿Por qué te mira así el tipo de allá?. Seguro lo provocaste”
“Estás muy nerviosa, debes estar en tus días”
“¡Eres igual a tu madre!”
"¿Por qué tardaste 10 minutos más en llegar?" "Sin mi, no serías nada" "Nadie te amará ni se preocupará por tí como yo" "Tontita" "Si me quisieras no irías a esa reunión del trabajo"
A medida que avanza la relación, de los insultos se puede pasar a romper objetos, de eso a los golpes y si no hay una detención del problema se puede llegar hasta la muerte.

MICROMACHISMO = MICROVIOLENCIA:
Los ejemplos mencionados anteriormente son parte de lo que varios especialistas sobre el tema suelen identificar como “violencia sutil”, “microviolencias”, “micromachismos” o “maltrato encubierto”, entre otros nombres.

El concepto de micromachismo ha sido incluido y considerado desde un punto de vista teórico en la literatura sobre violencia contra las mujeres desde su formulación con relativa frecuencia.

Generalmente la mujer oculta las agresiones y prefiere callar por vergüenza, temor o porque ella se siente responsable de que las relaciones de pareja no funcionen, tampoco es sencillo compartir estas vivencias porque el agresor generalmente es una persona que socialmente no se presenta como desadaptada, por el contrario, tiene una buena imagen.

Las denominadas “microviolencias” o “micromachismos”, formas simbólicas o sutiles de la violencia, posiblemente sean de las más extendidas y frecuentes en la cotidianeidad de las relaciones intergenéricas, y también las más difíciles de identificar.  En esas clasificaciones se incluyen las conductas sutiles y cotidianas que imponen estrategias de control contra sus principales víctimas: las mujeres. Atentan contra la autonomía femenina y suelen convertirse en invisibles o terminar legitimadas. Son esas señales que pueden estar anunciando un mal mayor, si no se reconocen y se actúa a tiempo.

Pueden definirse como “pequeños, casi imperceptibles controles y abusos de poder, casi normalizados y legitimados por el entorno social, que los varones ejecutan permanentemente sobre las mujeres. Son hábiles artes de dominio, maniobras, que sin ser muy notables restringen y violentan insidiosa y reiteradamente el poder personal, la autonomía y el equilibrio psíquico de las mujeres, atentando además, contra la democratización de las relaciones” (Luís Bonino, psicólogo).

Incluyen un amplio abanico de maniobras interpersonales que tienen como objetivo:

a) Mantener el dominio y su supuesta superioridad sobre la mujer objeto de la maniobra
b) Reafirmar o recuperar dicho dominio ante una mujer que se "rebela"
c) Resistirse al aumento de poder personal o interpersonal de una mujer con la que se vincula, o aprovecharse de dichos poderes.

Estos comportamientos son “micro – abusos” y son efectivos porque el orden social imperante los ratifica, porque se ejercen reiteradamente hasta llevar a una disminución importante de la autonomía de las mujeres y porque muchas veces son tan sutiles que pasan inadvertidos para quien los padece y/o para quien los observa.

Con objeto de describirlos adecuadamente, este autor estableció una tipología de los micromachismos clasificándolos en cuatro categorías:

Los micromachismos coercitivos (o directos):
Incluyen aquellos en los que el hombre usa la fuerza moral, psíquica, económica o de su personalidad, para intentar doblegar a las mujeres y convencerlas de que la razón no está de su parte. Cumplen su objetivo porque provocan un sentimiento de derrota posterior al comprobar la pérdida, ineficacia o falta de fuerza y capacidad para defender las propias decisiones o razones. Todo ello suele generar en las mujeres inhibición, desconfianza en ellas mismas y en sus propios criterios y disminución de la autoestima.
Suponen por ejemplo el uso abusivo del espacio físico (el sillón, la mejor posición para ver la tele…) y del tiempo para sí (descanso, ocio a costa del trabajo de ella…). También apelar a la superioridad de la lógica varonil cuando las mujeres demandan (¡Lo que dices son tonterías!)
* Coacciones a la comunicación * Control del dinero * Uso expansivo – abusivo del espacio y el tiempo para él solo * Insistencia abusiva * Imposición de intimidad * Apelación a la “superioridad” de la lógica varonil * Toma o abandono repentino del mando

Los micromachismos encubiertos (o indirectos):
Incluyen aquellos en los que el hombre oculta su objetivo de dominio. Algunas de estas maniobras son tan sutiles que pasan especialmente desapercibidas, y por ello pueden llegar a ser más efectivas que las anteriores. Este tipo de actuaciones impiden el pensamiento y la acción eficaz de la mujer, llevándola en la dirección elegida por el hombre y aprovechan su dependencia afectiva y su pensamiento "confiado", provocando en ella sentimientos de desvalimiento, confusión, culpa y dudas que favorecen el descenso de la autoestima y la autoconfianza.

Crean falta de intimidad a través del silencio, del aislamiento, del mal humor manipulativo y del ninguneo. Éste último supone, por un lado, no reconocer lo valioso de las mujeres: sus necesidades, valores, aportes al bienestar masculino y familiar y, por el otro, sobrevalorar lo poco que brinda el varón, viviendo lo escaso como valioso. También  se involucra la seudonegociación (hablar pero sin negociar en realidad porque él no se moverá de su posición), la inocentización culpabilizadora (¡Exageras, estás loca!) y la autojustificación (balones fuera, hacerse el tonto, el bueno o el inexperto, minusvalorar los propios errores…)
* Creación de falta de intimidad * Silencio * Aislamiento y malhumor manipulativo * Puesta de límites * Avaricia de reconocimiento y disponibilidad * Inclusión invasiva de terceros * Seudointimidad y seudocomunicación * Comunicación defensiva – ofensiva * Engaños y mentiras * Seudonegociación * Desautorización * Descalificación-desvalorización * Negación de lo positivo * Colisión con terceros * Microterrorismo misógino * Paternalismo * Manipulación emocional * Dobles mensajes afectivo/agresivos * Enfurruñamiento * Abuso de confianza * Inocentizaciones * Inocentización culpabilizadora * Autoindulgencia y autojustificación. * Hacerse el tonto (y el bueno) * Impericia y olvidos selectivos * Comparación ventajosa * Minusvaloración de los propios errores * Echar balones fuera

Los micromachismos de crisis:
Suelen utilizarse para restablecer el reparto previo y mantener la desigualdad cuando aumenta el poder personal de la mujer por cambios en su vida o por la pérdida de poder del hombre por razones físicas o laborales. Se trata de situaciones en las que la mujer demanda una mayor igualdad y el varón recurre a una especie de resistencia pasiva (¡Tú sabrás qué hacer con la casa si decides trabajar fuera!); se da tiempo (posterga el cambio hasta el hartazgo de ella o un ultimátum de separación); aguanta el envite (hasta que se canse) o critica el estilo (Si me lo dijeras de otra manera).

* Hipercontrol * Seudoapoyo * Resistencia pasiva y distanciamiento * Rehuir la crítica y la negociación * Prometer y hacer méritos * Victimismo * Darse tiempo * Dar lástima

Los micromachismos utilitarios. 
Se realizan especialmente en el ámbito de las responsabilidades domésticas y suponen el aprovechamiento de la disposición femenina para el cuidado y la no responsabilización de los varones en lo doméstico. Se naturaliza su rol de cuidadora (de la pareja, de los hijos…) y de mantenedora del vínculo y de la comunicación; se le hacen requerimientos más o menos solapados ("¿Dónde está mi camisa?" significa Búscamela y dámela); se niega la reciprocidad del cuidado porque yo no sé, etc. * No responsabilizarse sobre lo doméstico * No implicación * Pseudo implicación * Implicación ventajosa * Aprovechamiento y abuso de las capacidades “femeninas de servicio” * Naturalización y aprovechamiento del rol de cuidadora * Delegación del trabajo del cuidado de vínculos y personas * Requerimientos abusivos solapados * Negación de la reciprocidad * Naturalización y aprovechamiento de la “ayuda” al marido * Amiguismo paternal

CONSECUENCIAS:

El deterioro de la autoconfianza en las mujeres y la prolongación de su estado de subordinación se mencionan como las consecuencias más frecuentes de estos actos, que perpetúan la permanencia femenina en las redes de las relaciones de subordinación. Por ello es tan importante detectar esas maneras tan sutiles y disfrazadas de ir anulando la confianza en sí mismas y la personalidad, a veces incluso maquilladas de buenas intenciones. 

En las mujeres:
- Sobreesfuerzo psicológico. Disminución de sus reservas emocionales y de energía para sí y para el desarrollo de sus intereses vitales. - Inhibición del poder personal. El desarrollo personal se hace lento. Aumentan las actitudes defensivas, de queja ineficaz. Se recurre a la mano izquierda para recuperar poder. - Inhibición de la lucidez mental (tontificación). Bloqueo de las acciones valientes, críticas, eficaces… - Deterioro de la autoestima y de la autocredibilidad. Inseguridad, incompetencia, impotencia... - Malestar difuso, irritabilidad crónica…

 En la pareja:
- Relación asimétrica, no igualitaria, autonomía de los varones a costa de las mujeres, supremacía de los intereses de los varones… - Culpabilización a la mujer por el deterioro del vínculo. Ella se queja inútilmente, él se inmuniza no escuchando. El mandato de género hace que la mujer se autoinculpe y que no se reconozca el machismo. - La convivencia se convierte en una guerra fría, en un lugar donde la mujer no se puede relajar.

Una mujer que se confesó víctima de esas situaciones y demoró en atenderlas, mencionó la importancia de mantenerse alertas: 

Tenemos que tener nuestros sentidos muy atentos para percibir si lo que nos está sucediendo es algún tipo de violencia camuflada con tintes de ’me preocupo por ti’ o ’te aconsejo que…’” . Enfatizó:  


“¡Atentas!. No todo es lo que parece, y si nos hace sentir temor...¡es violencia!”.


MUJER:

Con frecuencia, las agresiones sutiles o micromachismos comienzan desde el noviazgo,  con una mirada o con alguna palabra hiriente. Dichos comportamientos incluyen pequeños abusos y violencias que atentan contra la autonomía de la mujer.

ALÉJATE  DE CUALQUIER  RELACIÓN NOCIVA QUE DAÑE TU INTEGRIDAD
NO TE ENGAÑES...
¡¡¡ADVIERTE LAS SEÑALES Y ACTÚA!!!

viernes, 30 de marzo de 2012

MOZAMBIQUE: Historias sobre mujeres victimas de violencia


Marcha de mujeres en Mozambique

15 Marzo 2012

María era sólo una adolescente cuando su familia la forzó a casarse y a aceptar una vida de violencia a manos de su marido. Después de una tentativa de suicidio, entró en contacto con la organización LeMuSiCa que da refugio y apoyo a las supervivientes de violencia en la ciudad de Chimoio, Mozambique. Poco a poco María recobró su salud, su sonrisa y su autoestima, y hoy es una de las miembros más activas y edificantes del grupo.

Otra joven, Betinha, recibía palizas de su marido que la culpaba de su condición de seropositivos. Encontró esperanza y logró recuperarse gracias a Nhamai, una organización sin afán de lucro en la Provincia de Maputo, que ofrece refugio y otros servicios de ayuda. Nhamai asesoró y dio apoyo psicosocial a la pareja y ambos están recibiendo asistencia juntos.

Las mujeres y las niñas se encuentran entre los grupos más desfavorecidos de Mozambique y son extremadamente vulnerables a la violencia. A menudo se espera que las niñas se casen, tengan hijos y se hagan cargo de las tareas domésticas y agrícolas cuando todavía son muy jóvenes. Además, como tienen menos educación y más limitaciones para acceder a los servicios y la ayuda, siguen dependiendo en gran medida de los hombres. Según los datos obtenidos por una encuesta nacional hecha en 2004, más del 50% de las mozambiqueñas son víctimas de violencia por parte de un compañero íntimo. Organizaciones como LeMuSiCa y Nhamai dan servicios fundamentales que las ayudan a salir de esa situación de abusos. En las provincias de Maputo y Chimoio, que conjuntamente tienen casi un millón y medio de habitantes, éstas son las únicas organizaciones de este tipo.

Nhamai fue fundada por Cecilia Tembe, una mujer que había sido víctima de violencia y que se dio cuenta que las casas comunitarias eran esenciales para ayudar a las mujeres a salir y lidiar con una relación violenta. La ONG ofrece refugio de emergencia y apoyo legal y psicosocial a las mujeres y los niños que han sobrevivido a la violencia. También hace participar a los líderes tradicionales locales en la resolución de los casos violentos y ofrece una formación a las mujeres en materia de derechos humanos. Recientemente, con el apoyo de la Red de Hombre a Hombre, inició un proyecto que ayuda a los hombres a prevenir y responder a la violencia contra las mujeres.

LeMuSiCa también ofrece refugio, apoyo psicosocial y médico y tiene más de 400 mujeres en su programa de terapia. Da servicio a huérfanos del VIH y a mujeres y niños supervivientes de la violencia, además de ofrecer acceso a asesoría legal. El personal también se ocupa en promover el diálogo entre hombres y mujeres, ya que considera que la participación de los hombres es esencial para prevenir la violencia.

Ambas organizaciones trabajan para dar a las mujeres acceso y formación sobre micro proyectos en sus comunidades, como por ejemplo, formación en la gestión de pequeñas empresas. La dependencia económica, dice Tembe, es un obstáculo importante para las mujeres que están tratando de salir de una relación abusiva. “Queremos dar a esas mujeres una profesión, darles las herramientas para planificar sus vidas y mantenerse solas económicamente”, explica.

Las dos organizaciones han recibido apoyo de ONU Mujeres desde 2009. Teniendo como prioridad el desarrollo de capacidades, los proyectos han permitido al personal participar en los intercambios y tours de estudio a centros similares en países desarrollados y en desarrollo, como por ejemplo a la Ciudad del Cabo, Sudáfrica, en 2009 y a Differenza Donna, Italia, en 2010. Miembros del personal tanto de Nhamai como de LeMuSiCa participaron en el viaje de 2010, en el que aprendieron sobre otros mecanismos para proveer servicios a las supervivientes y nuevas técnicas, como por ejemplo, para asistir a los niños víctimas de violencia. Para muchos participantes, estos viajes fueron el primer acercamiento a la operación de otros refugios.

Cecilia Tembe y Achia Camal Mulima Anaíva, quienes dirigen los programas de refugios Nhamai y LeMuSiCa respectivamente, se unieron a 1.500 defensores y proveedores de servicios en la 2ª Conferencia Mundial de Refugios para Mujeres que se celebró en Washington DC, bajo el patrocinio de la Red Nacional para poner fin a la violencia doméstica (NNEDV por sus siglas en inglés), del 27 de febrero al 1º de marzo. La conferencia fue una oportunidad única de oír las opiniones de mujeres como ellas que están trabajando para marcar una diferencia duradera para cada una de las mujeres y para sus comunidades.

ONU MUJERES: Las leyes a favor de las mujeres se afianzan en Pakistán


Las mujeres en Pakistán se han enfrentado a enormes retos en sus esfuerzos por alcanzar la igualdad de género y luchar contra la violencia de género en su país, particularmente en lo referente a problemas específicos presentados por las normas y prácticas tradicionales. Sin embargo, en los últimos años, importantes adelantos en materia de leyes a favor de las mujeres han mostrado que los esfuerzos del gobierno de Pakistán y de los grupos defensores del empoderamiento de las mujeres en el país están dando resultados.

El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, el Presidente de Pakistán aprobó el proyecto de Ley 2012 de la Comisión Nacional sobre la condición jurídica y social de la mujer, que le ha otorgado a la Comisión nueva autonomía financiera y administrativa y, por consiguiente, mejor alcance para investigar las violaciones de los derechos de las mujeres. Un año antes, la Ley de prevención de prácticas contra las mujeres pasó a formar parte de la jurisprudencia nacional, reconociendo explícitamente las prácticas tales como la violencia con ácido, los matrimonios forzados y los denominados “asesinatos por honor” como actos criminales, y otorgando protección y acción legal para las víctimas.

La Ley de control de ácidos y de prevención de los crímenes con ácido (Enmienda) fue aprobada por el Senado en diciembre de 2011 y, por primera vez, se ofrece orientación sobre cómo el Estado debe castigar a los culpables y apoyar a las víctimas de este violento crimen de género. Las mujeres ahora también están mejor protegidas del acoso sexual en el trabajo y de la violencia doméstica desde que se adoptaron leyes sobre esos temas en 2010 y 2011 respectivamente. Con el fin de garantizar que las leyes de acoso sexual se incorporen estructuralmente al sistema, existe un código de conducta que es observado por un comité especial establecido por la Comisión Nacional sobre la condición jurídica y social de la mujer en 2010 y que está compuesto por representantes del gobierno, de la sociedad civil y de ONU Mujeres.

Apoyando a los legisladores y cambiando la mentalidad de las personas

En todos estos procesos legislativos, ONU Mujeres ha trabajado con las ONG locales para analizar los temas, facilitar consultas entre los expertos y la sociedad civil y redactar proyectos de leyes. Se ha llevado a cabo diálogos, mesas redondas, formaciones y seminarios sobre los temas y las obligaciones relacionadas con la igualdad de género. Se ha hecho participar a los que trabajan en el ámbito nacional como los parlamentarios, y a los que hacen cabildeo desde el exterior.

Estas plataformas han dado origen a estrategias de promoción y a diálogos con las partes que aún tienen reservas, a fin de fomentar una mejor comprensión de la necesidad de cambiar. Por su parte, los expertos de ONU Mujeres se han esforzado por garantizar que los proyectos de ley sean acordes a las mejores prácticas y estándares internacionales, así como por capacitar a los participantes y monitorear las leyes cuando éstas son aprobadas.

Estas leyes tienen más probabilidades de ser respetadas si se cambia la mentalidad y los estereotipos de modo que reflejen mejor la igualdad y la no discriminación. Con el fin de involucrar a las personas con los compromisos del país para poner fin a la violencia de género, ONU Mujeres lanzó en Pakistán en 2011 la Campaña un millón de firmas durante los 16 Días de activismo que organiza anualmente la ONU. La campaña se hizo conjuntamente con las organizaciones de la Alianza para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres y las Niñas, y fue la primera de esta magnitud sobre este tema. Se movilizó a 4.500 miembros de las comunidades y usuarios de los medios sociales, y a 1.500 mujeres líderes paquistaníes que consiguieron 700.000 firmas en apoyo a los objetivos de dicha Alianza. Se presentó igualmente Cartas de Demandas de 57 distritos a los parlamentarios. Las acciones hicieron participar a las mujeres en todo el país en tareas relacionadas con el empoderamiento, alentando el liderazgo entre las mujeres marginadas o haciendo campaña para mejorar la respuesta que da el sistema de justicia penal a la violencia de género.

Estos avances en la ley y en la promoción que la rodea han demostrado que existe un compromiso por alcanzar el empoderamiento de las mujeres en Pakistán a todos los niveles. Con mayor vigilancia, apoyo y empoderamiento de las redes de mujeres, se espera que estos éxitos se traduzcan en cambios reales y concretos para las mujeres de Pakistán.

jueves, 29 de marzo de 2012

ENTREVISTA: “La violencia contra la mujer es la reacción a su insubordinación”



Entrevista Graciela Di Marco
Graciela Di Marco es Socióloga, Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires y directora del Centro de Estudios sobre Democratización y Derechos Humanos (CEDEHU) y de la Maestría y Especialización en Derechos Humanos y Políticas Sociales en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).

En su nuevo libro “El pueblo feminista”, la investigadora aporta una nueva categoría para abordar las relaciones entre mujeres y varones. En una entrevista concedida a la Agencia CTyS, la socióloga analizó cómo las mujeres piqueteras y de fábricas recuperadas de todo el país pelean por su ciudadanía.





Podría explicar el concepto de “pueblo feminista”...
A partir de lo que llamo “dislocación de la identidad femenina tradicional”, muchas mujeres de sectores populares comenzaron a participar, a reunirse y a organizarse. En ese movimiento, emerge el feminismo popular que, junto con el feminismo de clase media, posibilitó la aparición de una alianza entre diversos sectores sociales en torno a temas como la lucha por la legalización del aborto, que incluyó a varones y mujeres, y que día a día suma nuevos apoyos. Estos nuevos movimientos sociales, que se asocian en torno a demandas de nuevos derechos, son lo que llamo “el pueblo feminista”.

¿Qué es la dislocación de la identidad femenina tradicional?
Cuando las mujeres comienzan a participar en el espacio público, ya sea en los movimientos piqueteros o de las fábricas recuperadas, como es el caso que analizo, o en otros movimientos, esas mujeres, en un sentido figurado, no vuelven a su casa, ya que cuando un grupo subordinado participa y encuentra en esa participación su identidad, con el consecuente reconocimiento por parte de los demás, eso no se puede volver para atrás. Ahí se produce la dislocación de la identidad femenina tradicional.

La identidad colectiva se traspasa a la subjetividad de las mujeres...
En cierto modo, es lo mismo que ocurrió con las Madres de Plaza de Mayo, que no volvieron a ser las mismas una vez que se presentaron como tales ante la sociedad; algo cambió en su modalidad de presentarse frente al mundo, en su subjetividad. Esta nueva identidad combativa está latente en la cotidianeidad; si bien estas mujeres no están todo el tiempo enarbolando las banderas de la liberación femenina, ese cambio en la identidad produce profundas modificaciones en su subjetividad. Para muchos sectores subordinados, la práctica colectiva es la única posibilidad de producir cambios identitarios profundos en su subjetividad. En el caso de las mujeres piqueteras, el cambio se manifiesta en que tienen más orgullo de presentarse a sí mismas como militantes sociales que como madres que cuidan a sus hijos.

¿La mujer se involucra de forma diferente que un hombre en un piquete o un corte de ruta?
La mujer, además de poner el cuerpo al ir a la movilización, pone todo lo que tiene: lleva a sus hijos, porque alguien los tiene que cuidar, lleva la olla para darles de comer, y también socializa el cuidado de los chicos; en el acampe, este cuidado se vuelve colectivo: comen todos juntos, a los chicos los cuidan también los y las compañeros y compañeros, es decir, que están mucho más cuidados por el colectivo que lo que podían estarlo si los dejaban en el barrio.

Aparece la noción de la maternidad social...
Si, pero sin embargo, hay una diferencia con la noción de maternidad social, tal como la entendíamos en los ochenta, que era una maternidad que reclamaba al Estado; las Madres de Plaza de Mayo son representantes de esta maternidad. En el caso de las mujeres piqueteras, hay una dislocación de esa maternidad: cuando reclaman, desaparece la idea de justificarse por la maternidad, sino que son ellas mismas que reconocen su propio protagonismo y su deseo de militancia.

¿Qué pasa cuando esas mujeres vuelven a sus casas?
Estas mujeres a partir de su irrupción en lo público iniciaron, no sin muchas dificultades, algún tipo de mecanismo de negociación en lo privado, porque no puede haber democracia radical sin democratización de la vida privada, es decir, democratización de la familia. Ahora, las dificultades surgen porque quien está interesado en democratizar es el que no tiene acceso a algún recurso o beneficio de poder, en este caso, las mujeres. Esto se demuestra en cómo los varones se manifiestan sorprendidos porque estas mujeres populares, que tenían una forma subordinada de vincularse con ellos, están empezando a cambiar.

¿Cómo se reconfigura el patriarcado frente a estos avances de las mujeres?
En un momento cuando escribía el libro anoté: “¡Qué fuerte que es el patriarcado! Tiene una enorme capacidad de reconstruirse y de salir a la defensiva”. Lo interesante es que está a la defensiva, ya que pasa de un lugar de absoluto poder a enfrentar un desafío. En este sentido, la violencia contra las mujeres puede entenderse como reacción del patriarcado frente a ciertas insubordinaciones femeninas de distinta índole; en este sentido, la violencia se ejerce como una práctica disciplinante.

Usted analiza la participación de mujeres en fábricas recuperadas y movimientos piqueteros. ¿Cuáles son las principales distancias y cuáles los puntos de encuentro entre estas dos formas de participación femenina?
La primera diferencia es demográfica. En el “Programa Jefes y Jefas de Familia”, que es el que propicia el surgimiento de los movimientos piqueteros, el 70 por ciento de las desocupadas eran mujeres, mientras que en las empresas recuperadas la mayoría eran hombres. Por otro lado, hay una constante que es la sorpresa por la participación de las mujeres en las luchas sociales. Por ejemplo, en el caso de las fábricas recuperadas, los obreros se sorprendían que las mujeres que trabajaban en la empresa quisieran defender su lugar de trabajo y se quedaran en la toma; los líderes varones no esperaban esa reacción. Si bien muchas trabajadoras no participaron de los movimientos debido a presiones familiares, las que se quedaron generaron una nueva visibilidad para las mujeres. Todos los trabajadores tuvieron la oportunidad de ser protagonistas en la recuperación de las empresas, pero eso se notaba mucho más en las mujeres.

¿Cómo se modificó la división sexual del trabajo al pasar de la organización empresarial al cooperativismo?
El hecho de que una empresa comercial comenzara a funcionar como una cooperativa de trabajo implicó que muchas mujeres cambiaran su lugar de trabajo, lo que condujo a un cambio en la división sexual del trabajo. Así, por ejemplo, una empleada de limpieza pasó a ocupar un lugar en la línea de producción. Hubo algunos cambios mínimos pero importantísimos para las mujeres, porque significaron que empezaran a cobrar lo mismo que los hombres. Tanto el que accedieran a otro puesto de trabajo por necesidades de producción como que ganaran lo mismo que los hombres supuso una mayor equidad para las mujeres.

¿Cómo funciona esta lógica en el caso del movimiento piquetero?
El movimiento piquetero evolucionó mucho con el correr de los años y las mujeres han ido logrando mejorar su condición dentro de las organizaciones y tener sus propios espacios. Sin embargo, al comenzar, las conducciones eran mayoritariamente masculinas y por ahí tenían en alguna comisión a alguna mujer. En cuanto a las tareas que realizaban, por ejemplo en lo referido a la seguridad en los cortes de calles, aún haciendo lo mismo que los hombres, lo que las mujeres ponían en juego era muy distinto. Los dos se sentían importantes porque estaban en primera fila. Hablaban de que eran ágiles, que sabían correr, pero las mujeres hablaban del cuidado, algo que no mencionaban los hombres. Una misma actividad puede ser representada desde el punto de vista subjetivo de varón y mujer de una manera diferente. En el caso de los varones esta era una tarea que hacían siempre; para las mujeres era un nuevo campo de acción.

¿Por qué para analizar a los movimientos feministas entrevista tanto a mujeres como a varones?
El análisis desde una perspectiva de género, implica no la perspectiva de las mujeres sino las relaciones de poder entre los géneros. Una postura universalizadora analizaría las prácticas y demandas de un movimiento social como un todo, sin observar los matices de género dentro de las mismas. Por otro lado, si hubiera observado solo lo que hacían las mujeres, tampoco habría podido construir una perspectiva de género. Por eso, mi trabajo se basó en el análisis de los discursos tanto de los hombres como de las mujeres.

Entrevista realizada por María Florencia Alcaraz y Javier D’Alessandro


miércoles, 21 de marzo de 2012

CHILE: Estado chileno, condenado por la CIDH por caso de jueza Karen Atala

Jueza Karen Atala Riffo volverá a sonreír.
Sentencia se da en ejercicio de la CIDH de sus atribuciones y en cumplimiento de sus deberes conforme a la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

Chile deberá pagar una indemnización de US$ 60 mil, por daños "material" e "inmaterial" a la jueza Karen Atala Riffo, a quien la justicia de ese país le arrebató a sus hijas por su condición de lesbiana. Así lo determinó una condena de la Corte Interamericana de Derechos Humanos por violaciones a la Convención Americana de DD.HH.

La sentencia indica que el Estado de Chile es responsable por la violación del derecho a la igualdad y la no discriminación consagrado en la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en perjuicio de Atala Riffo y de las niñas M., V. y R. (iniciales de las menores).

El fallo afirma además que el Estado chileno es responsable por la violación de derecho a la vida privada, del derecho a ser oído en relación a Atala y de las niñas M., V. y R.; así también por la garantía de imparcialidad respecto a la investigación disciplinaria, en perjuicio de Atala Riffo.

La CIDH señaló que Chile "debe brindar, la atención médica y psicológica o psiquiátrica gratuita y de forma inmediata, adecuada y efectiva, a través de sus instituciones públicas de salud especializadas a las víctimas que así lo soliciten".

Actos públicos, reconocimientos e indemnización

La Corte señala que el Estado chileno deberá organizar un acto público de reconocimiento “internacional” por los hechos del presente caso y en el "plazo de 6 meses" las publicaciones indicadas en la sentencia.

También estará en compromiso de implementar “programas y cursos permanentes de educación y capacitación dirigidos a funcionarios públicos a nivel regional y nacional y particularmente a funcionarios judiciales de todas las áreas y escalafones de la rama judicial".

La condena implica un pago de indemnización “por daño material e inmaterial” y “por el reintegro de costas y gastos”, junto con, dentro del plazo de un año, a partir de la notificación, "rendir al Tribunal un informe sobre las medidas adoptadas para cumplir con la misma".

Así, el Estado chileno deberá pagar US$ 10 mil por los gastos ya realizados en "atención médica y psicológica" y por daño inmaterial deberá cancelar US$ 20 mil a Atala y US$ 10 mil a cada una de las niñas afectadas.

El documento finaliza precisando que la Corte está en permanente supervisión al cumplimiento íntegro de la sentencia y dará por concluido el caso cuando el Estado chileno haya cumplido a cabalidad el fallo. (con información de lanacion.cl y tuits de @ronaldgamarra)